Boris Matijas | Director de Divulgación del Foro de la Empresa Familiar
Boris Matijas | Director de Divulgación del Foro de la Empresa Familiar

“Si encuentras un sendero que no tiene obstáculos, probablemente no conduce a algún lugar”, decía Frank A. Clark. Y quien mejor sería consciente de la certeza de sus palabras que los emprendedores que crean empresas y empleos a pesar de los obstáculos que les plantea dicha proeza.

Cada comienzo de un proyecto nuevo, es toda una aventura y como tal requiere el espíritu atrevido y fuerte, para que cuando ni siquiera se vea el camino, uno sea capaz de tirar hacia delante. Estos son los rasgos que caracterizan a las personas emprendedoras que inician sus proyectos.

Pero muchas veces nos olvidamos de otro gran reto. Un reto aún más importante en la vida de una empresa familiar; es la Sucesión Generacional.

Muchos empresarios exitosos, están tan inmersos en resolver las cuestiones que les plantea la gestión del día a día de la empresa, que se olvidan de la importancia que tiene la planificación paralela de otro elemento clave, que es la familia.

En cualquier tipo de institución humana compuesta de distintos elementos aparentemente opuestos, es muy importante distinguir entre el sujeto y el objeto. En el caso de las Empresas Familiares el sujeto es la familia y el objeto es la empresa. Los negocios, los activos y el equipo ejecutivo naturalmente puede variar en el tiempo pero la familia es lo que permanece.  Es el núcleo que nutre la empresa del espíritu emprendedor, del deseo de la continuidad y define los valores positivos que la representarán de cara al cliente y la sociedad.

Entre los valores positivos más destacados entre las empresas familiares cabe destacar la reputación, unidad, valores compartidos, clara visión del proyecto empresarial, red de conocidos y contactos, renunciar a rentas a corto plazo por proyectos a largo plazo y experiencias complementarias. Estos valores son universales para la mayoría de las empresas familiares en cualquier parte del Mundo, independientemente del tamaño y el rubro empresarial, aún así pueden variar en orden e intensidad.

Pero lo que es inmoviblemente característico para las empresas familiares es el proceso de sucesión. Sin un claro deseo de continuidad generacional, no puede haber empresa familiar.

Es muy importante entender que la sucesión es un Proceso, y no un punto determinado en la historia y cronología familiar. La sucesión no es tan fácil como dejar un día para el otro, el hijo a cargo de la empresa. Previamente hay que responder las preguntas como por ejemplo ¿es él/ella más adecuado/a?, ¿es él/ella más preparado/a?, ¿es él/ella a quien los demás familiares ven como líder de la siguiente generación?

Incluso me atrevería decir que la última pregunta puede ser la más importante y la más crítica a la hora de escoger el sucesor. Porque de la capacidad de identificar y nombrar el líder que será visto de forma natural como tal por la siguiente generación, depende el éxito del proceso de sucesión.

Pero ¿cómo se establece la autoridad a los ojos de los que son influidos? Según el profesor Iván Lansberg, uno de los mayores expertos en el ámbito de empresa familiar, la autoridad se produce a través de un proceso repetitivo de pruebas. De esta forma, los influidos pueden responder a la pregunta de si están o no en buenas manos. La forma en que se realizan estas pruebas y la forma en que el líder responde determinará la manera en que los influidos o seguidores percibirán al líder. La familia, por su parte, también quiere saber si el líder tiene ‘lo que hace falta’ para hacer su trabajo. No se trata de un proceso infinito, sino más bien cíclico. Y cuanto menos información y más incertidumbre y duda exista sobre el líder, más intensas y prolongadas serán las pruebas. Estas pruebas buscan responder a las siguientes preguntas:

  • Visión: ¿Sabe el líder hacia donde conduce al grupo? ¿Es del gusto del grupo?
  • Competencia: ¿Puede el líder liderar (entender las condiciones, definir objetivos y, especialmente, proteger al grupo)?
  • Aspecto socio-emotivo: ¿Fomenta la colaboración (es un líder justo, se preocupa de la opinión del grupo)?
  • Carácter moral: ¿Entiende, respeta y se rige por los valores del grupo?

Es un buen ejercicio que ayudará establecer un proceso de comunicación cuyo resultado final busca el consenso del conjunto.

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